23.05.2009/ 22.40 P.M. Interior de mi tubo de acrílico blanco.
Ya decía yo que algo sonaba por las noches.
Quien pudiera entrar ahí y compartir con él todo ese mundo glaciar. Quizá mañana le dé instrucciones para que pueda hacerse una casa. En la foto no se ve pero pienso que tiene un perro.
Justo ahora creo que está escribiendo a su familia.
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Bello! Tener el mundo en el bote, un microcosmos con tapa y todo, genial.
ResponderEliminarEs como ver la tele pero más real. Y... ¿Más sano?
ResponderEliminarCuanto menos, igual de raro.
No sé si prefiero un tubo de acrílico o una caracola de mar... se puede extrapolar, no??
ResponderEliminarB.
O escuchar una caracola mirando el interior del tubo... y viceversa.
ResponderEliminarHay algo que yo siempre digo: ¿En qué estaría pensando el primero que se puso una caracola en la oreja? y mejor aún (aunque no tenga nada que ver) ¿Y el primero que decidió beber la leche de su vaca? ¿Y el primero que sacó un langostino del mar y dijo "esto me lo como yo"?
El ser humano es extraordinario (T.V. dixit)
Miedo me da romper algún objeto aparentemente inerte por lo que pueda esconder en sus entrañas.
ResponderEliminarGran post.
Sacados de la propia experiencia, te adjunto una lista de objetos que puedes romper sin temor alguno de que alguien viva dentro:
ResponderEliminar- Teléfono móvil Nokia 3210
- Bote de anchoas (no recuerdo la marca pero creo que no se ha dado aún el caso de un bote de anchoas habitable).
- Pimiento verde comprado en el carrefour.
- Microondas Bluesky (Sí, el carrefour surte nuestra vida de todo tipo de artículos de primera necesidad).
- Y en los libros en general no sé, pero al menos en mi poemario te aseguro que no vive nadie, y mira que me empeño en dejar comida por si acaso...
Un saludo compañero, y gracias.
Jajaja.. muy bueno Francisco... y gran verdad, sobre todo en lo del bote de anchoas.
ResponderEliminarSaludos.