Creo que lo más cerca que he estado de comprender mi
propia existencia es cuando de pequeños tapábamos la boca de la linterna con
las manos. La carne se volvía naranja y podías ver cómo los bordes de los dedos
dejaban pasar la luz. Recuerdo que con siete años murió mi bisabuela y algo
hizo crac. Como cuando se cae un jarrón en la alfombra y no suena pero se ha
roto. Mi bisabuela me daba igual, pero yo también acabaría en el vacío. Porque
dios es sólo algo para amortiguar el miedo. Sí, es cierto que ayuda, pero no va
a solucionar el problema. Son las seis de la mañana y te aseguro que no es que
no quiera dormir pero no soporto que todo esté tan quieto. Hoy no he forzado el
quedarme despierto. Me he dormido a la una y media pero me he despertado hace
un rato y ya no puedo volver. Hace años que no consigo dormir sin poner una
serie en el ordenador y que alguien hable mientras yo me borro.
Creo que casi todo el mundo dice a los demás lo que
se querría decir a sí mismo y no puede. Creo que la vida es como cuando no eres
capaz de abrir un tarro y todos te lo quitan de las manos porque piensan que no
lo estás haciendo bien.
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