Puedes llamar a Paula, a Ali, a Patricia, a Rebeca o a Natalia, que ninguna va a entender lo hondo que duele.
Puedes recibir multitud de elogios, que varias personas te digan que has tocado algo dentro de ellas, que seguirás estando solo
cuando llegues a casa.
Quizá sólo pueda escribir desde el borde.
Y al final Madrid siempre me salva.
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