domingo, 18 de septiembre de 2011

Puedes estar en una plaza hablando ante doscientas personas, personas que paran sus vidas sólo por escuchar lo que tú tienes que decir, sólo por ver lo que tú piensas, que al final, al llegar a casa, estarás solo.
Puedes llamar a Paula, a Ali, a Patricia, a Rebeca o a Natalia, que ninguna va a entender lo hondo que duele.
Puedes recibir multitud de elogios, que varias personas te digan que has tocado algo dentro de ellas, que seguirás estando solo



cuando llegues a casa.

Quizá sólo pueda escribir desde el borde.




Y al final Madrid siempre me salva.


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